martes, 13 de mayo de 2014

Después de un sábado.

Ambas manos se acarician, se conocen y se enredan. Una vuelta, quizás dos para quedar frente a frente y respirar su aliento, sonríe ella al sentir todo su cuerpo pegado, pegadito al de él y el vaivén de las caderas desciende despacio para dar paso a sus pies, es su turno, se encuentran, se abrazan y se sueltan con cierta brusquedad, aun así la sensualidad no desaparece, se enciende más, se revive, ¡hace que sus cuerpos estén en llamas! ¡Inyectados de música, contagiados de ritmo! ofreciendo el mejor espectáculo que podrían dar los sentidos, que se descubren y se desnudan completamente con un sencillo acto, bailar.

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